En Data Urbana recordamos a la canción oficial que es un símbolo de identidad.
No es solo una melodía: es el latido musical de una tierra. “Posadeña Linda” trasciende lo folclórico para convertirse en un símbolo identitario de los misioneros, un canto que evoca el río, la selva y el amor por lo propio. Con el ritmo entrañable del chamamé y versos que dibujan el paisaje local, esta pieza ha cruzado generaciones hasta ser consagrada, por ordenanza, como la Canción Oficial de Posadas.

El gran Ramón Ayala, su creador, contó alguna vez el origen de esta obra maestra: “La compuse en Barcelona, lejos físicamente, pero con el alma aquí. Quería cantarle a Misiones, y ¿qué mejor forma que a través de la mujer, esa fuerza que da vida y sostiene nuestra cultura? Aunque estaba en España, llevaba la tierra en la sangre. La música y la letra brotaron juntas, como un cuento: ‘Y me fui por la Bajada Vieja…’. La poesía tiene esa magia: busca la palabra justa, la que huele a monte y brilla como el Paraná. ¡Y vaya si encontró su camino!”.
Así nació este tributo musical al Litoral, donde el chamamé se funde con aires litoraleños, creando una melodía que es bandera afectiva de todo un pueblo.
El 14 de septiembre de 1994, el Concejo Deliberante de Posadas selló con un acto oficial lo que el pueblo ya sentía: mediante la Ordenanza N° 798/94, declaró a “Posadeña Linda” como Canción Oficial de la Ciudad. No fue un simple trámite, sino la consagración de un amor colectivo.
Artistas, vecinos y generaciones enteras celebraron esa decisión, y desde entonces, la canción resuena en fiestas populares, actos patrios y encuentros donde la cultura misionera se hace voz.
Un legado que no se apaga
Intérpretes de todos los estilos -desde los conjuntos chamameceros más tradicionales hasta versiones sinfónicas- han tejido nuevas texturas sobre su esencia. Pero más allá de los arreglos, “Posadeña Linda” sigue siendo eso mismo: un abrazo musical a Posadas, un orgullo que no envejece. Porque no es solo folklore: es la memoria cantada de un pueblo.