También conocido como barrio Cristo Rey, cumplió recientemente 40 años de su creación. En Data Urbana recorremos los pasillos de este emblemático complejo habitacional.

La Chacra 32-33 comenzó a tomar forma en 1978, cuando se elaboró un anteproyecto urbano y arquitectónico financiado por el FONAVI (Fondo Nacional para Viviendas) y gestionado por el IPRODHA (Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional). Este ambicioso plan buscaba construir alrededor de 1.200 viviendas para familias de la región.

Los arquitectos Irene Bulwik y Hugo Enrique Slepoy fueron los encargados de dar vida al diseño, mientras que los terrenos, adquiridos al Sr. Ricardo Gies, se convirtieron en el corazón de lo que hoy conocemos como las Chacras 32 y 33. Ubicadas entre las avenidas Lavalle, Bustamante y la calle Lorenzini, estas viviendas se construyeron entre 1978 y 1983. Finalmente, en 1984, el complejo habitacional fue inaugurado bajo el nombre de Cristo Rey, marcando el inicio de una comunidad que crecería con los años.

Con el tiempo, el barrio se consolidó como un lugar lleno de vida y bien equipado. En 1985, se fundó la Escuela Provincial N° 674, posteriormente se construyó el Núcleo Educativo de Nivel Inicial (NENI) N° 2021, el Centro de Estudios de Nivel Secundario y Superior (CENS) N° 176. Cuenta además, con un Polideportivo y un Salón de Usos Múltiples (SUM), sumándose a otros servicios esenciales como una comisaría, oficinas del Registro Provincial de las Personas, centros de salud y dependencias del Servicio Penitenciario Provincial (SPP). Además, el comercio local floreció y los negocios hoy son parte del día a día de los vecinos.

Un momento clave fue la Capilla Cristo Rey, construida por los Padres de la Compañía de Jesús en la Avenida Bustamante, que en 2003 fue elevada a parroquia, reforzando el sentido de pertenencia entre los residentes.

Stella Maris Bogado, una de las adjudicatarias que reside en el barrio desde sus inicios. Recordó con mucha emoción y felicidad, el momento en que le entregaron la llave de su casa: su beba tenía 6 meses y alquilaba. El sueño de la casa propia se hizo realidad. “Éramos una gran familia, se festejaban los Días de la Madre, del Padre y del Niño. Si en la familia había adultos mayores, eran los abuelos de todo el barrio”, recordó. “Me encargaba de llevar a los chicos de paseo, fuimos al cine de la Chilindrina y de Quico, por ejemplo”, agregó. También destacó que los vecinos se comprometieron con las actividades culturales y deportivas. Y siguen vigentes. Con el correr de los años, “el barrio envejeció y se incorporaron actividades para personas mayores”, detalló.

Para Bogado, otra de las características del barrio es que tomaron protagonismo las acciones amigables con el ambiente. Para ello fue de vital importancia el rol de la Escuela, donde los niños incorporan hábitos tanto dentro del establecimiento como en sus hogares y en la comunidad. La reutilización de los elementos también tiene protagonismo porque en el barrio funciona una Cooperativa de Recicladores Urbanos, además los vecinos clasifican los residuos. En tal sentido, la vecina ponderó el rol del Estado que acompaña con políticas el desarrollo de la ciudad.

Hoy, cuatro décadas después, la Chacra 32-33 es un barrio plenamente integrado a la ciudad de Posadas. Se calcula que unas 4.500 personas lo habitan, muchas de las cuales han visto crecer a sus familias aquí. En julio de este año, el complejo habitacional cumplió 40 años, un aniversario que celebra no solo su historia, sino también la perseverancia, la solidaridad y el profundo cariño de sus residentes por este lugar que, más que un conjunto de casas, es su hogar.